Haciendo espacio en la mesa
Andrew Bodden reflexiona sobre su camino de fe al apoyar a los inmigrantes

"Era forastero y me acogiste." Mateo 25:35
Estas palabras de Jesús han moldeado mi vida no sólo como seguidor de Cristo, sino también como inmigrante, esposo, padre, amigo y servidor en la misión de Dios a través de mi labor como director de programas del Comité Central Menonita (CCM) de la Costa Este.
Cuando mi familia y yo nos mudamos a los Estados Unidos desde Honduras, experimenté lo que significa ser extranjero en tierra ajena. Sentí el aislamiento de una nueva cultura, la confusión del idioma y el temor de ser pasado por alto. Pero también experimenté la acogida a través de la iglesia, de pequeños actos de bondad y de personas que me vieron no como un problema, sino como un vecino.

Para mí, la hospitalidad es mucho más que abrir las puertas del hogar. Es prestar atención, respetar a los demás, escuchar con empatía y reflejar la imagen de Cristo en nuestras acciones. Significa extender una mano de apoyo, caminar junto a quienes son diferentes y hacer espacio en la mesa para todos.
Lamentablemente, también sé por experiencia lo que se siente cuando nuestras comunidades de fe no logran ser acogedoras.
A veces, me sentía como si caminara por un desierto, sin comida, sin agua, sin zapatos, sin refugio, sin esperanza. Pero incluso en esos momentos, Dios estaba presente. A veces, un simple acto de amabilidad, una sonrisa, una comida, un saludo, un apretón de manos o una palabra de aliento, era la gota de agua que necesitaba para seguir adelante. Esos pequeños actos de bondad pueden devolver la dignidad, traer esperanza y cambiar vidas.
Cuando Dios abrió la puerta para que mi familia y yo sirviéramos en el CCM, supe que era más que un trabajo: era un llamado a vivir el mandato bíblico: "Al extranjero que reside entre ustedes deberán tratarlo como a uno de sus compatriotas. Ámenlo como a ustedes mismos, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto...". Levítico 19:34 (NVI)
Comenzando a abordar un sistema roto
En 2005, a través del CCM de la Costa Este, lanzamos oficialmente el trabajo en migración en el sur de Florida. Dos años antes, habíamos designado a un trabajador comunitario de la iglesia para conectarse con las comunidades migrantes, pero el progreso era lento. No comenzamos con un presupuesto, sino con una carga en el corazón. El quebrantado sistema migratorio tenía consecuencias humanas reales. Las familias estaban siendo separadas, los jóvenes vivían con miedo y las iglesias se sentían abrumadas e impotentes.
Algunos se preguntaban por qué el CCM se involucraba en el trabajo con migración. Para nosotros, no era algo político, sino personal. Y, más aún, era obediencia bíblica. Como dice Hebreos 13:2 (NVI): "No se olviden de mostrar hospitalidad a los extraños, porque al hacerlo, algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles".
Empezamos poco a poco. Organizamos clínicas legales en los salones de las iglesias, invitamos a un abogado para ofrecer consultas a bajo costo y ayudamos a las familias a llenar la documentación. Oramos con ellas, las acompañamos en los tribunales y les explicamos sus derechos.
Pero la hospitalidad debía ir más allá. Nos asociamos con iglesias para ofrecer refugio a personas migrantes recién llegadas. Brindamos capacitación a pastores y líderes para acompañar a miembros indocumentados, hacer incidencia sin miedo y ayudar a construir iglesias verdaderamente acogedoras.

Responder con hospitalidad bíblica
Un momento que nunca olvidaré ocurrió durante un servicio de iglesia en Miami. Un joven de América Central compartió que había llegado a los Estados Unidos con solo una mochila y una oración. Gracias a una familia de una iglesia conectada con el CCM, encontró alojamiento, alimentos, ayuda legal y un hogar espiritual. Con lágrimas en los ojos, dijo: “Pensé que lo había perdido todo, pero aquí volví a encontrar a Cristo.”
Esa es la hospitalidad bíblica. No se trata solo de ofrecer comida o refugio, sino de reconocer la imagen de Dios en cada persona y responder con compasión en lugar de con miedo.
La hospitalidad no se basa en la comodidad; tiene sus raíces en la cruz. Cristo nos acogió cuando estábamos perdidos. Nos hizo espacio cuando no teníamos lugar en la mesa. Ahora, como sus discípulos, estamos llamados a hacer lo mismo.

Las leyes de inmigración pueden cambiar, pero la necesidad de acoger permanece. El compromiso del CCM de la Costa Este con los inmigrantes y refugiados perdura porque nuestro fundamento no está en la política, sino en las Escrituras, en Cristo y en la creencia de que la verdadera paz incluye la pertenencia.
Yo también fui acogido una vez. Esa acogida cambió mi vida. Ahora vivo para extenderla.
Acoger al extranjero
En la Costa Este y en todo los E.E.U.U., el CCM se une a las iglesias para responder a la llamada de Cristo de acoger al extranjero. Para saber cómo puede ayudar, visite mcc.org/immigrant-neighbors o póngase en contacto con CCM de la Costa Este por correo electrónico a EastCoast@mcc.org o llame al (215)535-3624.
Pie de foto superior: Andrew Bodden alaba a Dios desde la cima de Machu Picchu, en Perú, durante una visita en enero de 2025. (Foto cortesía de Andrew Bodden)
Recursos relacionados con la inmigración
Tanto si es usted una persona migrante como un aliado, el CCM cuenta con una lista cada vez más amplia de recursos para acompañarle en la lucha por la justicia en materia de migración.